domingo, 6 de marzo de 2016

Botón de muestra.

Cuando en días como hoy aparecen en la prensa artículos de opinión como el de Jaime Izquierdo tratando de demostrar (una vez más) las bondades infinitas de los habitantes de nuestras montañas de hace treinta años hacia atrás, se me remueven los cimientos de la buena educación y de la contención, de tan empalagosos y edulcorados que me resultan.

Cuando recupero la compostura que uno no debe nunca perder ante las opiniones ajenas, tengo que reconocer que al final me sirven de aprendizaje. Por un lado para reforzar lo que nunca debe ser una opinión, y que es basarse en datos erróneos, y en segundo lugar para asegurarme de que nunca llegue a tener valor de norma lo que no deja de ser una falacia.

Sirve para recordar que toda esa literatura esconde dos puntos por los cuales su propuesta es simplemente una mentira: se refiere a una situación aparentemente ideal de equilibrio ecológico-pastoril, pero en circunstancias de economía de subsistencia y recursos tecnológicos limitados, que no destruyó más porque no pudo., así que el equilibrio es engañoso y la bondad humana una simple cuestión aritmética.

Y en segundo lugar: esa situación es totalmente diferente hoy y el modelo tecnológico existente no permite albergar esperanzas en cuanto al tratamiento que se daría al medio natural ante una situación de ausencia absoluta de control sobre las acciones de explotación del medio.
Además la realidad del paisano y su relación con el medio hoy, no apunta ese respeto que se supone en el artículo de Izquierdo.
No hay ese respeto y sensatez que se presupone y no hay otra razón que la explotación irracional del patrimonio común en aras de un falso sentimiento de  agravio alentado por estos artículos.

Y como para muestra sirve un botón, valga la muestra de una fotografía tomada en diciembre en una sima de poca profundidad cercana a la Majada Espineres del Sueve.No sé si se aprecia bien, pero es basura. 

Kilos y kilos de basura amontonados por aquellos que afirman ser los jardineros del paisaje y que encuentran en el primer hueco que pueden, lugar para tirar sus desperdicios sin bajarlos al pueblo más cercano (Llibardón por ejemplo, o Borines) y tirarlos a un contenedor.

Les cuesta lo mismo bajarlos en sus todoterreno al pueblo que acarrearlos y tirarlos en una sima kárstica para que tarden cientos de años de descomponerse contaminando además el acuífero del Sueve.

Les cuesta lo mismo, pero su desprecio por lo que dicen proteger, pero de lo que solo quieren disponer a su antojo, es tal, que prefieren abandonarlo en el monte.



A mi espalda está la sima

Y esta es la basura. Kilos de latas, botellas, bolsas... a pocas decenas de metros de la pista .  No vienen aquí los turistas a tirarlo y hace falta muy mala leche para hacer esto.

Así que si Jaime Izquierdo quiere repoblar la montaña con estos individuos, conmigo que no cuente.


2 comentarios:

  1. Mitificar el rural no deja de ser una variante de la falacia del buen salvaje:
    https://es.wikipedia.org/wiki/Buen_salvaje

    Un saludo!

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  2. Hola Mendiño.
    Yo soy más de pueblo que las bellotas y probablemente por eso tengo una visión muy desnitrificada de las bondades del "paraíso perdido"
    Ni todos los habitantes del medio rural son unos destructores del medio ambiente, ni todos son unos santos responsables. Hay de todo, pero los segundos se aprovechan de su halo de nobleza actualmente en boga.
    Gracias por el comentario

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